Una niña con labios de piedra me marcó en el pecho un tatuaje que escondo bajo mil camisas.
"Es mío lo que aquí late"
Lo grabó sin miramientos, mirándome a los ojos y sin darse cuenta de las consecuencias de lo que hacía. Y así me dejó, inane, inerme, sin voluntad. Porque era verdad.
He caminado mucho desde entonces. He visto maravillas. Flores han brotado de mis manos. Tres estrellas me iluminan cada mañana. Me baño todos los días en estanques azules de amor. La umbría de dos viejos olmos me arrulla los sueños. Pero una triste brisa me susurra que mis latidos son prestados. Que mi corazón es un juguete olvidado en un cajón, por una niña de suaves labios de piedra.
jueves, 18 de septiembre de 2008
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)
Felicidad, que bonito nombre tienes
La pregunta que nos hacemos todos ahora, (hace 100 años no era tan importante) es cómo conseguir ser feliz. Se ha impuesto como una especie...
-
Aquí va una miseria casera. Primero dadle al play para poneros en situación y poned el volumen a todo lo que da. Pues bien, de vez en vez ...
-
Hoy he ido al Prado. Sí, ese sitio del que todos los madrileños nos acordamos cuando alguien nos dice que Madrid es un coñazo y que mejor cu...
-
Hola H. Nos piden en el colegio que te escribamos una carta para decirte por qué te queremos tanto. La respuesta es muy fácil. Ser padres e...