No puedo olvidar el placer del bolígrafo deslizándose sobre el papel.
No quiero renunciar a divagar, a sentirme creador de instantes,
consciente de que son insustanciales.
Consciente de la efímera belleza
que mi entusiasmo imprime en unas palabras vulgares.
Qué difícil es ser sincero al escribir,
obviar la permanencia del texto,
que será un testigo incómodo en un futuro incierto.
Qué difícil es desnudar las palabras de sus consecuencias,
liberarlas de sus efectos.
Qué extraño es intentar atrapar
pensamientos y emociones
entre la tienta y el papel.
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